Una de las articulaciones más afectadas, tanto en personas que practican deporte como en aquellas que no lo realizan habitualmente, son las rodillas.
Las afecciones pueden ser diversas, así como los factores de riesgo. Sobrepeso, sedentarismo, movimientos incorrectos, sobrecargas durante el ejercicio deportivo, o la aparición de alguna enfermedad degenerativa relacionada con los huesos, son las más comunes.
Si sientes dolor o has sufrido una lesión de rodilla, debes saber que, pese a que la reacción generalizada suele ser el reposo, puede no ser lo más conveniente.
La decisión de inmovilizar la zona o someterla a reposo absoluto mientras dure el dolor no siempre es la acertada, ya que numerosos estudios han demostrado que la mayoría de dolencias de rodilla se deben a la falta de fuerza muscular.
Los músculos que la rodean son demasiado débiles para hacer frente a las exigencias de la articulación, no solo durante la práctica deportiva intensa, sino ante cualquier acción cotidiana como caminar o subir y bajar escaleras.
¿Por qué se producen las lesiones de rodilla?
Como decíamos al inicio, los motivos de una lesión de rodilla pueden ser muchos. Un golpe, un mal apoyo en carrera, el desarrollo de patologías como la osteoporosis o otras dolencias como el quiste de baker.
No obstante, un elevado número de los casos los encontramos en la falta de fuerza muscular.
Ya vimos en el anterior post que tener debilitados o incluso atrofiados los músculos de la zona lumbar era, en un gran porcentaje de pacientes, la principal causa de los dolores de espalda. Lo mismo pasa con los músculos del resto del cuerpo. Si no tienen suficiente fuerza para la realización de sus funciones básicas, causan dolor y provocan el desarrollo de lesiones.
El sedentarismo suele ser el principal enemigo en estos casos. La inactividad física durante un largo periodo de tiempo es muy perjudicial para el cuerpo, no solo a nivel fisiológico. Esto, unido a la cada vez mayor tendencia a adoptar unos hábitos alimentarios poco saludables, genera un problema adicional: el sobrepeso.
Este aumenta exponencialmente la exigencia sobre las articulaciones, y las rodillas son las principales afectadas, puesto que soportan el peso de todo el cuerpo y sufren cada vez que se realizan acciones tan habituales como las que anteriormente indicábamos (andar, subir y bajar escaleras, levantarse de una silla…). Además, el sobrepeso eleva el riesgo de padecer artrosis, con lo que añadiríamos un problema mucho mayor.
Un primer paso para mejorar los problemas de rodilla es conocer si estás en tu peso óptimo.
Tratamiento en la lesión de rodilla
Lo más aconsejable ante una lesión de rodilla es realizar ejercicios moderados y pautados por un profesional, con el fin de, en primer lugar, recuperar al paciente de la lesión, y en segundo, fortalecer los músculos de la rodilla que rodean la articulación. De este modo conseguiremos que esté mucho más preparada y que en un futuro no vuelvan a repetirse los problemas.
Aunque es correcto no forzarla en fase aguda, es imprescindible fortalecer los músculos, con el objetivo de que pueda soportar la carga del peso corporal. Además, ayudará a que cumpla su función dinámica y estabilizadora y, en último término, evitará posibles recaídas.
Nuestros tratamientos de rodilla se sustentan sobre dos pilares:
– El primero es el Fortalecimiento muscular. Mediante PMS® y el trabajo activo resistido por parte del paciente, empleando equipamiento específico, fortalecemos la musculatura de miembros inferiores.
– El segundo pilar en nuestros tratamientos de rodillas es la Coordinación neuromuscular. Mediante la resonancia estocástica (SRT), logramos mejorar la coordinación entre sistema nervioso central (SNC), sistema nervioso periférico (SNP) y los músculos. El mayor control de la motricidad y la mejor coordinación neuromuscular permite prevenir y evitar que los problemas se repitan.